martes, 11 de septiembre de 2012

¿Qué es lo más importante que harás en tu vida?

  En el capítulo 3 del libro de Abraham leemos que a este profeta le fue revelada la naturaleza eterna de los espíritus y que se enteró, entre otras cosas, de la vida preterrenal. También, aprendemos que lo que hicimos allí (nuestro primer estado) determinó que viniéramos aquí (nuestro segundo estado) o no, y que, del mismo modo, lo que hagamos aquí (vida terrenal) determinará adónde iremos después (vida inmortal).

  En el cuento Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, el gato Cheshire dice a Alicia: "Si no sabes adónde quieres ir, no importa qué camino sigas". El presidente Monson ha enseñado en numerosas ocasiones que, "a diferencia de Alicia, todos nosotros sabemos a dónde queremos ir", que "sí importa el camino que tomemos, ya que al seleccionar nuestro sendero, escogemos nuestro destino" y que "las decisiones sí determinan nuestro destino".

  Por medio de las Escrituras aprendemos que los destinos que siguen al Juicio Final son diversos y que en los cielos hay tres reinos o grados de gloria:
  • el celestial, que es el más alto,
  • el terrestre, que es el que le sigue, y
  • el telestial.

  En cuanto al primero de ellos, cuya gloria se compara en las Escrituras con la gloria del sol, el profeta José Smith enseñó que en él "hay tres cielos o grados" y que "para alcanzar el más alto", llamado vida eterna o exaltación, "el hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio]" (véase DyC 131:1-2). ¿Existe alguna otra manera? El versículo 3 dice claramente que "si no lo hace, no puede alcanzarlo".

  El élder Russell M. Nelson enseñó que, "mientras que la salvación es un asunto individual, la exaltación es un asunto familiar".

  Las ordenanzas de salvación, es decir, las ordenanzas esenciales para nuestra exaltación, comprenden:
  • el bautismo,
  • la confirmación,
  • la ordenación al Sacerdocio de Melquisedec (para los varones),
  • la investidura del templo, y
  • el sellamiento del matrimonio.

  Solamente los hombres y las mujeres dignos que hayan sido sellados como matrimonio en el templo podrán alcanzar la exaltación, que es el máximo estado de felicidad y gloria dentro del reino celestial.

  El Señor declaró que Su obra y Su gloria es "llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" (véase Moisés 1:39). Esta última, la vida eterna, es el mayor de los dones que Dios da al hombre.

  Mientras que el reino o gloria celestial es el más alto de los tres grados de gloria que pueda obtener una persona después de esta vida, y llegar allí significará morar en la presencia de Dios el Padre y de su Hijo Jesucristo, alcanzar la vida eterna o exaltación implicará, además, continuar para siempre como familias. Tal y como declaró el élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles: "La vida eterna es una vida en familia, con un amoroso Padre Celestial en compañía de nuestros progenitores y de nuestra posteridad" (véase “La Apostasía y la Restauración”, Liahona, julio de 1995, pág. 98).

  Entonces, ¿qué es lo más importante que harás en tu vida? ¿Cuál será "la decisión más importante que jamás se tome y la que tiene efectos de más largo alcance, no sólo en la felicidad inmediata sino también en el gozo eterno" (presidente Spencer W. Kimball)? Contraer matrimonio con la persona apropiada, en el lugar apropiado, en el momento apropiado y bajo la autoridad apropiada.

  El momento para cumplir con los requisitos de la exaltación es ahora y La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la única iglesia en la que podemos recibir las ordenanzas del sacerdocio, efectuar convenios con el Señor y ser instruidos en cuanto a la plenitud del Evangelio.

Aspira a lo más alto y trabaja diligentemente para lograrlo.

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